Entrevista a Miguel Mazzeo
“Cooke sigue siendo una figura herética, inaceptable, intolerable”
Miguel Mazzeo presentará en
Córdoba su último libro El hereje. Apuntes sobre John William Cooke. Este
viernes desde las 18 horas en el Sindicato Unión Obreros y Empleados
Municipales (SUOEM), 9 de Julio 642.
El historiador y ensayista
repasa los argumentos que lo llevaron a, nuevamente, volver sobre la figura de
John William Cooke para repensar la historia del peronismo, pero también las
tareas de una política emancipatoria en la actualidad Latinoamericana.
“Manuel
reacciona al diagnóstico pesimista. Está convencido de que el tiempo muda”,
escribió Miguel Mazzeo en el prólogo a El
tiempo y sus mudanzas, última novela escrita por Manuel Suárez, publicada
en 2004, momento bisagra de la Argentina. Mazzeo –nacido en 1966 en Lanús,
donde se crió y donde actualmente reside-- ya había publicado para entonces
varios libros: Volver a Mariátegui
(1995), Cooke de vuelta (el gran
descartado de la historia), y Textos traspapelados de John William Cooke,
libros que compiló y presentó en 1999 y 2000, publicados -ambos- por la
editorial La rosa blindada
que dirigía José Luis Mangieri. También había publicado Dioses
fracasados. Apuntes sobre los procesos de la globalización neoliberal
(2003) y Piqueteros. Notas para una tipología (2004). Pasados los años
el autor avanzaría en la línea de contribuir a la autocomprensión y
autoproyección de los movimientos sociales emergentes (sobre todo aquellas
organizaciones populares adscriptas a la denominada “corriente autónoma”), pero
no por eso dejaría de releer y seguir estudiando a quienes al parecer se le
presentaban como dos obsesiones: Mariátegui y Cooke. Sobre el primero volvió
hace unos años, con su libro El
socialismo enraizado. José Carlos Mariátegui: vigencia de su pensamiento (Fondo
de cultura económica, 2013) y sobre el segundo el año pasado, con El hereje.
Apuntes sobre John William Cooke (El Colectivo, 2016). En el medio escribió
su saga de ensayos ¿Qué (no) hacer?
(2005) y El sueño de una cosa:
introducción al poder popular (2007), junto con Poder popular y Nación. Notas sobre el Bicentenario de la Revolución de
Mayo (2011) y Conjurar a Babel. La
nueva generación intelectual argentina a diez años de la rebelión popular de
2001 (2012).
La inquietud por Cooke, sus
lecturas durante los primeros años de su formación parecen haber marcado,
dejado huellas. Sobre ese y otros temas conversamos en esta entrevista.
Miguel Mazzeo presenta este viernes 12 de mayo su último libro en Córdoba |
Tus lecturas sobre Cooke
han estado presentes desde muy temprano en tu formación. De hecho escribiste
sobre él ya en los años noventa. ¿Por qué volver a Cooke ahora?
Creo que todo el tiempo me
encontré volviendo a Cooke, ya que mi interés por él, como bien vos señalás, es
de larga data. Incluso desde mucho antes de escribir, cuando comencé mi
militancia, a principios de la década del ochenta. Y nunca fue un interés
académico, sino político. Porque siempre pensé que en Cooke podía encontrar
algunas de las claves para entender mi tiempo. Y creo que algunas encontré: las
encontré en los ochenta y los noventa, pero también en los dos mil y ahora. Así
que debo decir que su obra es permantemente revisitada por mí. Y no sé si diría
que este momento tiene algo de especial en relación a los anteriores. Porque
desde una perspectiva emancipadora su obra es insoslayable. Porque quien en la
Argentina, concretamente, sostenga ideas en torno a un proyecto popular,
liberador, necesariamente se encontrará con Cooke, tarde o temprano, es
prácticamente una estación obligada. Tal vez sí, en los últimos años, algunos
debates en torno a lo popular, a lo nacional, se hayan instalado con mayor
fuerza nuevamente, y ahí Cooke –otra vez- tiene algo que decir al respecto.
La larga década que se fue
tuvo una de sus improntas respecto de la reivindicación de figuras históricas
ligadas al imaginario nacional y popular. Y si bien Norberto Galasso escribió
ese voluminoso libro sobre Cooke, al
parecer el “Gordo” no fue una de las figuras centrales de eso que se dio en
llamar kirchnerismo… ¿O sí?
Comparto. Creo que lo que
se produjo en los últimos años fue, simultáneamente, dos operaciones en torno a
su figura. Estuvieron quienes intentaron rescatar al “joven Cooke”: el
diputado, el que aun no es el precursor del peronismo revolucionario, un poco en
contraposición al Cooke maduro. Y si bien yo no creo en las perspectivas
evolucionistas, debo decir que hay, evidentemente, un proceso en el pensamiento
de Cooke. Entonces, primero, tenemos esta operación, que como toda operación es
arbitraria: rescatar al joven Cooke en contraposición del Cooke maduro que
reivindica el socialismo. Por otro lado, lo que sucede es que predomina el
olvido en torno a su figura, porque realmente creo que es una figura
complicada, mucho más que otras, como Abelardo Ramos, o Juan José Hernández
Arregui, que incluso estuvieron ligados al pensamiento marxista y que fueron de
todos modos reivindicados durante la última década. Cooke sigue siendo una
figura herética, inaceptable, intolerable.
Si bien Cooke dio paso a la
posibilidad de pensar en un peronismo revolucionario, lo hizo en un momento
histórico determinado. Uno podría pensar que no siempre hubo condiciones
históricas para pensar en un peronismo revolucionario. No sé si compartís, y en
todo caso, te pregunto: ¿existen hoy condiciones históricas para que emerja
algo así como una nueva izquierda peronista? ¿O esa denominación corresponde a
un período histórico que ya está agotado?
Yo creo que ese período
está agotado ya. Si el peronismo alguna vez albergó alguna potencialidad
revolucionaria –y yo creo que efectivamente la albergó, y durante mucho tiempo-
eso hace rato que no pasa. Podríamos tomar algunas fechas: Ezeiza, o la
posdictadura. Como sea, creo que ya no, no alberga el peronismo de hoy
potencialidades revolucionarias como sí lo hizo en las décadas del sesenta y
del setenta, e incluso un poco antes. Es una perspectiva, obviamente, ya que es
obvio que hoy hay muchas personas que piensan que sí el peronismo tiene
posibilidades de regenerarse incluso al punto de articular una propuesta
revolucionaria. Yo creo que eso hoy es inviable. El peronismo actual es un
aparato, una gran maquinaria de poder más parecido al PRI mexicano que a otra
cosa, y en el mejor de los casos lo que más puede dar es ser una administración
progresista del ciclo económico, más cerca de una alternativa socialdemócrata
que de una política revolucionaria.
Y desde esta perspectiva
que señalás, pensando en el libro que escribiste: ¿pensas que le puede aportar
algo a un militante peronista que todavía cree en esto que vos das por agotado
o lo escribiste más pensando en otro tipo de lectores?
Yo creo que el libro trata
de debatir con ese tipo de militancias, con quienes provienen de la corriente
nacional y popular, quienes permanecen aún enrolados en las filas del
peronismo, pero también con sectores de las izquierdas, con aquello que
provienen de tradiciones que han negado históricamente a Cooke. Por eso yo
hablo de Cooke como un hereje de dos iglesias: la peronista y la de izquierda,
sobre todo de la más tradicional y dogmática. Porque negar la potencialidad
revolucionaria del peronismo en la actualidad y tal vez de cara al futuro, no
significa asumir esa condición en la mirada retrospectiva. Pero como decía el
propio Cooke: si el peronismo no se convertía en una fuerza revolucionaria, la
posibilidad de un final inglorioso estaba abierta. Creo que ese final
inglorioso ocurrió. Pero insisto: respecto del pasado no, esa potencialidad
revolucionaria existió. Entonces es interesante que el debate hoy siga abierto
en ese sentido, respecto de los modos de interpretación de ese pasado, tanto
con la izquierda (la más clásica) como con el peronismo, o las corrientes
nacional-populares que no pueden digerir a Cooke. Porque el debate de fondo que
se nos presenta es con qué imágenes históricas vamos a construir una política
revolucionaria de aquí al futuro.
Bien, en ese sentido te
preguntaría entonces si esto que decías no podría pensarse asimismo respecto de
lo que pasó con la muerte de Fidel Castro, teniendo en cuenta el pasaje de
Cooke por la Cuba revolucionaria de los años sesenta.
Sí, bueno, evidentemente
parte de esa izquierda (y digo una parte porque me vi sorprendido por
posiciones que fueron históricamente críticas pero que al momento de su muerte
no pudieron negar la talla de su figura), esos sectores tuvieron ante la muerte
de Fidel la misma posición que tuvieron ante Cooke, o ante el Che incluso.
Porque Cooke es un guevarista argentino, uno de los más importantes, sin por
eso haber dejado de ser peronista. La forma de argumentar, la mirada que se
tiene respecto de este tipo de figuras, son muy similares. Se les achaca lo que
ellos consideran las mismas falencias. Siempre partiendo de alguna verdad
prefabricada y negando los procesos históricos reales.
Por último y en función de
esto último que venimos conversando, quería preguntarte sobre el trabajo
crítico respecto del pasado, más allá de que tu labor está más ligada al ensayo
que a la historiografía. Pero digo: tomando estos “Apuntes sobre John William
Cooke” y toda la obra que has construido en torno al peruano José Carlos
Mariátegui:
¿cómo consideras que juega un imaginario crítico del pasado en las actuales
luchas de los movimientos sociales Latinoamericanos?
Bueno, en primer lugar
tengo que decir que soy de los que creen que esos imaginarios son
fundamentales. No pienso que se pueda construir una política revolucionaria,
emancipatoria de cara al futuro, sin ellos. Y a veces creo que ese es uno de
los déficit más grandes de las izquierdas, de aquellas que –para decirlo de un
modo exagerado-- presentan un gran vacío entre la revolución rusa y la
actualidad. Pero me parece que hay muchas organizaciones y movimientos que
están intentando construir un imaginario propio. Y ahí no siempre aparecen las
grandes figuras mas que en los procesos, en los momentos en donde el pueblo fue
el gran protagonista. Y ahí en todo caso el gran hombre, la gran mujer, cobra
peso si está asociada a un proceso popular. En ese sentido Cooke tiene mucho
que aportar. Porque fue alguien ligado a un gran proceso de resistencia
popular, como lo fue la resistencia peronista y una figura ligada a las bases.
Y de la mano de esto hay que decir que los imaginarios históricos deben estar
en relación con los nuevos imaginarios. Porque de nada sirve traer al presente
un imaginario que fue eficaz hace treinta o cuarenta años para trasladarlo a la
actualidad. Parece que hay mucho que desde hace cuarenta años escriben el mismo
libro.
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