Entrevista a Roberto Cirilo Perdía
Por Mariano Pacheco
“Hay todo un
trabajo de limpieza histórica que es necesario realizar”, dice Roberto Cirilo
Perdía para referirse a la investigación que han realizado junto al
historiador Horacio Ricardo Silva para escribir Trienio en rojo y negro.
La semana trágica, las huelgas de la Patagonia, la lucha de los trabajadores de
La Forestal y los anarquistas. El libro cuenta con prólogo de
Osvaldo Bayer y fue publicado este año por Editorial Planeta, allí abordan tres importantes rebeliones de los años 1919-1921 protagonizadas
por trabajadores y militantes anarquistas: “La Semana trágica”, “La Forestal” y
“La Patagonia rebelde”.
El libro se ha
presentado ya en numerosos sitios del país (entre ellos Córdoba, donde
realizamos esta conversación con el ex comandante montonero) y, por lo general,
se introducen las charlas-debate con el video “La forestal” (realizado por el
Centro de Producción Audiovisual de la Facultad de Periodismo y Comunicación
Social de la Universidad Nacional de La Plata para acompañar la
salida del libro) que puede verse de manera gratuita accediendo al siguiente
link:
Espectros
libertarios
En una nota
preliminar al libro, Perdía (“el Pelado”, como lo llaman en la militancia)
cuenta la ligazón sentimental y biográfica que lo liga con el tema más allá de
las cuestiones políticas. Cuenta que fue por el cura Charles de Foucauld (autor
de Diálogo entre marxistas y cristianos) por quien entró al monte en el norte
santafesino hace ya décadas. También cuenta que como abogado pudo defender hacheros en
la “justicia tribunalicia” pero también contribuir a la organización sindical
de aquellos condenados de la tierra. Allí, en esos andares por el monte,
conoció las historias de La Forestal recuperadas en esta publicación. Antes,
Perdía había sido trabajador bancario y participado de la emblemática huelga de
1959; después, fue uno de los fundadores de la organización político-militar
peronista Montoneros, de la que llegó a ser uno de sus máximos dirigentes.
Antes de
comenzar el diálogo, este cronista lee a Perdía una frase escrita por David
Viñas en su libro De los montoneros a los anarquistas: “en forma
simbólica, los anarquistas vengan a los montoneros. Es que a lo largo de un
circuito de cincuenta años, los verdugos de la élite empiezan a convertirse en víctimas
y su agresividad expansiva en sobreviviencia y repliegue”.
¿Qué hace un
ex comandante montonero escribiendo sobre el anarquismo?
Yo creo que hay
un constante ir y venir entre anarquistas y montoneros, aunque parezca mentira.
Pero si uno repara en los colores: el rojo y el negro son los colores con los
que se identificaron muchas luchas; y no en un país sino en muchos del
continente: la revolución sandinista en Nicaragua, en México también,
cuando se realizaba una huelga -por ejemplo- los medios de comunicación no
decían ´comenzó la huelga´ sino ´se izó la bandera roja y negra´ porque en
todas las grandes fábricas había un mástil con una bandera y los huelguistas
izaban la roja y negra a modo de señal del inicio de una medida de fuerza. Y en
Argentina no sólo tenemos a los anarquistas que se identificaron con esos
colores sino también nosotros (las organizaciones populares vinculadas a
Montoneros) en la década de los 70 usamos brazaletes rojos y negros. Y si uno
toma lo que dice Viñas, que los anarquistas llevaron adelante una suerte de
venganza sobre las montoneras derrotadas en el siglo XIX, puede pensarse que
también los montoneros de los años '70 hicimos una recuperación histórica de lo
que pasó con los anarquistas en la década del '20 en Argentina.
Esto podríamos
ligarlo con otra pregunta: ¿cómo es que esos movimientos sociales del momento
toman al anarquismo en medio de lo que sería la lucha del gauchaje de criollos?
Y ahí tenemos algo que dijo de un modo irónico, desafiante, el viejo Rodolfo
Puigross (que fue rector de la Universidad de Buenos Aires en la década del '70
y llegó a reconocerse como militante montonero): eso de que no eran cinco
los modos de producción, como dicen los clásicos, sino seis, porque acá
teníamos el modo de producción gauchesco. No fueron pocos años
en que los gauchos permanecieron en estas tierras con ese ideario: son 200
años por lo menos en la zona pampeana; vivían a la intemperie, aprovechando el
buen clima, el acceso al agua y alimentos a la mano. Y esa práctica libertaria
después choca con el proyecto de la generación del '80, con Sarmiento a la cabeza,
que trae el alambrado y esa frase brutal: “alambren, bárbaros”. Frase con la cual le
daba una forma efectiva a la propiedad privada incorporada en la Constitución
de 1853 y que esa generación se dedicó a instaurar a sangre y fuego en todo el
país. Esa práctica libertaria del gauchaje, entonces, permite que luego, cuando
lleguen los inmigrantes con sus ideas libertarias de Europa, rápidamente arraigue
en los sectores sociales más combativos de la época. Entonces, algo que parece
al principio tan raro en realidad no lo es. Quienes pensamos el
futuro tenemos que tratar de ver cómo fueron los procesos en el pasado para
aprender de ellos, lo bueno y lo malo, para sacar algunas líneas, directrices
sobre las cuales poder avanzar hoy. Algo de eso pasa también en la
actualidad. Yo no sé cuánto tendrán o no de anarquistas las luchas actuales
pero seguro que lo que anima a las militancias más duras, más aguerridas, son esos valores que vienen de aquellas épocas. No olvidemos que en el 5°
Congreso de la FORA se aprueba el “pacto de solidaridad” por el cual cuando
una fábrica entraba en conflicto las demás estaban obligadas a acompañarlas.
Eso me recuerda situaciones de la actualidad y del pasado reciente, como fue el
caso de Kosteki y Santillán, ese gesto de incluso dar al vida por el compañero
que está al lado. Y me hace acordar también la importancia de rescatar esos
valores si de verdad queremos llevar adelante esos cambios que soñamos…
¿El libro se
encuadra en ese ideario entonces?
Sí: creo que hay
toda una tarea de limpieza histórica que está pendiente. Hace poco me acuerdo
que fuimos a Villa Ocampo, un pueblito en la ruta 11 donde fue la Marcha del
Hambre, y a la actividad fueron muchos pibes de un profesorado. Al terminar
la actividad, charlando en la puerta, algunos docentes me preguntaban: ¿pero
qué podemos hacer nosotros acá? Justo levanto la vista en ese momento y veo que un cartel
gigante decía: “Instituto General Obligado”. Entonces les digo: “ahí tienen,
empiecen por cambiarle el nombre a este lugar”. Toda la política,
la cultura actual y la histórica, están plagadas de nombres y procesos
vinculados a la entrega y la traición. La Constitución del '53, asentada
sobre un genocidio, es hija de una derrota y una traición. De la derrota del
Congreso de Panamá de 1826 que debía declarar la unidad de América, con un
poder y un ejército único, como lo quería Bolívar y que fracasó. Y de ese
fracaso nacen esos 13 Estados de América del Sud y sus constituciones, como la
nuestra, que con la excepción de ese período de 1949 a 1955, sigue vigente
hasta el día de hoy. Constitución que tiene dos o tres cosas fundamentales, que si no las tiramos por la
borda no tenemos salida. Constitución que defiende, por ejemplo, la propiedad privada
inviolable. Y recuerdo ahora algo que dijo un hombre en Bolivia cuando estaba
asumiendo la presidencia Evo Morales. Dijo: “dos siglos de República no pueden
ocultar miles de años de vida anterior”. Y en esos miles de años anteriores: ¿existía la propiedad privada?
No, la propiedad privada es hija de ese proceso de fracaso y también
de derrota, porque masacraron a los indios y a los negros que habían regado con
su sangre las tierras del continente para su independencia política. Y recuerdo
ahora también una frase de Hugo Chávez cuando asumió la presidencia de
Venezuela: “juro por esta moribunda Constitución”. Y lo hizo
realidad. No se trata de reformar la Constitución sino de tirarla abajo y
hacer otra cosa. Porque si no golpeamos al sistema, a su núcleo duro, no tenemos
futuro. Vamos a seguir con gobernantes unos un poquito más acá, otros más allá,
pero transformaciones de fondo no vamos a conquistar. Esto lo digo en función
de pensar la profundidad de los problemas que tenemos y los modos de
abordarlos. Y el tema constitucional es clave. Recuerdo que hace unos años
fuimos con Vicente Zito Lema a Bariloche, a defender a unos pibes que estaban presos
por atacar un supermercado. Y luego de largas horas el Juez nos dice:
“¿sabe qué pasa? No los puedo dejar en libertad, porque violaron la propiedad
privada”. Entonces tengamos presente estas cosas porque esta nueva
resistencia que estamos construyendo, larga y difícil por cierto,
nos vamos a topar, como ya nos venimos topando, con este tipo de cosas.
La entrevista
abierta realizada a Roberto Perdía en el marco del Capítulo
Córdoba de las Cátedras Bolivarianas, se puede escuchar acá:
*LA LUNA CON GATILLO: Una crítica política de la cultura
Jueves de 19 a 20.30 horas en vivo por Radio Eterogenia (www.eterogenia.com.ar), la radio del Centro Cultural España Córdoba.
Fanzine digital de actualización diaria: https://lepondregatilloalaluna.blogspot.com.ar.
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