SEMANA GUEVARA DE LA LUNA CON GATILLO. SÉPTIMA ENTREGA
En esta edición especial de La Luna con Gatillo a 50 años del asesinato de Ernesto “Che” Guevara, Mariano Pacheco conversó con Vicente Zito Lima, poeta, dramaturgo, periodista, filósofo, docente y militante.
Mariano Pacheco (MP)- ¿Recordás dónde estabas el día que fue asesinado Ernesto Guevara en Bolivia?
Vicente Zito Lema (ZL)- Es un recuerdo no del todo claro, tengo el recuerdo de cuando escuché la noticia. Estaba en mi casa y salí a caminar, estuve horas caminando. Tengo el recuerdo de no querer hablar con nadie, sólo caminar. Las conductas humanas son muy complejas, lo más normal quizá hubiera sido ir a encontrarme con otros compañeros; yo históricamente desde muy joven he militado, pero me acuerdo de sólo querer caminar.
MP- Tratándose de la perspectiva revolucionaria, que sea “anormal” está muy bien. Un poco más allá de la precisión de ese día, ¿cómo vivió tu generación la importancia de la figura de Guevara? ¿Qué implicó el Che para ustedes en esos años 60?
ZL- Con serena fraternidad, debe entenderse que para nosotros la unidad no era un mito, no estaba fuera de la realidad cotidiana en la que nos movíamos. Nosotros también intentamos hacer la revolución, por lo tanto no era -por suerte- alguien que estaba fuera de nosotros. Era, eso sí, el hermano mayor. He hablado de esa figura un par de veces. No era como un padre, alguien a quien teníamos un cariño reverencial, alguien que estaba lejos de nosotros, no. Era el mejor compañero, pero un compañero. No era un superhombre, porque de ser así tendría que haber hecho la revolución él solo.
El propio Che nos enseñó que cada uno en su lugar tenía que cumplir su tarea. Obviamente, a veces la historia se da para que algunas personas tengan un rol diferente, mucho más potente. Son los que marcan la historia, son los que hacen realmente historia. Pero el propio Guevara lo enseñó. Nadie cambia el mundo solo, nadie solo es el único. No se trata de Dios, se trata de sacrificios humanos. No es que a Guevara no le costaran las cosas, le costaban y mucho.
Cuando estuvo en Sierra Maestra, en uno de sus primeros relatos, “El Patojo”, él mismo se presenta en ese texto que yo publiqué en una revista literaria que dirigía en aquellos años. Hermoso relato desde el punto de vista literario. Se describe como alguien también con debilidades, no como un héroe único inhumano. Él mismo se pone en el primer tiroteo, donde se juega la vida detrás de un árbol; no hace ninguna acción de tipo alocada, sino que intenta ayudar en su debut en armas como revolucionario. Intenta ser uno más en el combate.
También es cierto que luego poco a poco va creciendo en su dimensión y el que, en principio, sólo iba a ser el médico de la expedición revolucionaria se convierte en uno de sus mayores líderes. Su duro aprendizaje lo hizo sin ningún privilegio. Su salud, como todos saben, no es lo mejor de él, era su punto más débil. Debía combatir con gran ética, con gran entrega.
Otra cosa que recuerdo siempre y me quedó marcado, era que él llevaba una mochila con sus armas, otra mochila donde llevaba los medicamentos y los instrumentos de médico, pero también llevaba otra pesadísima mochila con libros de cuentos y poemas. Tal impacto causaba, que hasta el propio Fidel le pidió que cada vez que pueda tener contacto con la gente, en los pueblos, a medida que iban avanzando hacia La Habana, él tome contacto con la gente y hable. Pero es tímido, no quiere hablar (por su acento) y termina aceptando sólo a partir de leer poemas. Ahí está su imagen, recorriendo el duro camino de la revolución como médico, como militante combatiente y como hombre que leía poemas a la gente de pueblos.
Son como ráfagas que me vienen a la cabeza, recuerdos de lo que he escrito, recuerdos de lo que he investigado y de lo que me he enterado de otros compañeros que han tenido más contacto personal que yo.
MP- Trasladándonos 50 años en el tiempo, así como estuviste en la provincia de Córdoba presentando tu obra de teatro sobre Eva Perón y hacés una lectura sobre la historia pero también sobre la actualidad, quería preguntarte sobre el presente de Ernesto Guevara. ¿Qué inspira para vos hoy, la figura del Che, o qué puede legarnos su pensamiento y su accionar?
ZL- En estos tiempos confusos, donde no quedan claros los rostros que la gente asume, donde pareciera que con la excusa de la "pos verdad" se puede decir cualquier cosa y hacer cualquier cosa, aún canalladas; que en nombre de la política se puede dañar y hasta se puede hacer las cosas tan mal que los que hemos luchado para volver a poder votar (y no quedar en manos de algunos que decidan por nosotros) sentimos desorientaciones gigantes: ahí está Guevara, uno puede pensar en él para saber hacia dónde ir cuando las cosas están confusas.
Yo creo que de él hay que rescatar, por sobre todo, que fue capaz de unir la ética con la política. No la destrucción de la política, pero tampoco convertir la ética en algo simplemente ideal, simplemente metafísico. El desafío de Guevara fue acompañar constantemente con la conducta individual las grandes palabras, y cuando era el momento de los actos más heroicos, no perder la idea (como él mismo dijo) de construir un nuevo mundo. Construir un nuevo ser humano no puede hacerse sin amor, aún en las circunstancias más difíciles. Por eso: militancia política revolucionaria, pero también y siempre la ética.
**Desgrabación de Quimey (Revista Venceremos)
*LA LUNA CON GATILLO: Una crítica política de la cultura
Jueves de 19 a 20.30 horas en vivo por Radio Eterogenia (www.eterogenia.com.ar), la radio del Centro Cultural España Córdoba.
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