15 años y un día. La larga espera
contra la impunidad.
En ocasión del inicio del juicio
por el asesinato de David Moreno en Córdoba en 2001, se realizó en la misma
ciudad el Encuentro contra la impunidad en el que se encontraron familiares de víctimas de crímenes del Estado
en las últimas décadas.
David
Moreno es un nombre que abulta la lista de las víctimas del trágico llamado al
orden que las fuerzas policiales llevaron a cabo con balas y palos a fines de
2001. David era un niño de 13 años de Barrio Villa 9 de Julio de la zona de
Argüello en Córdoba capital. Recién en el presente Abril de 2017 se dio inicio
al juicio por su asesinato.
En
horas de la mañana, concentrados en Tribunales II de la ciudad de Córdoba, familiares
de David, junto a vecinos y vecinas del Barrio Villa 9 de Julio, organizaciones
políticas y sociales, participaron de una radio abierta que
recuperó testimonios de familiares que llevan adelante causas judiciales cuyo
denominador común es tener como responsable principal al Estado. Por la tarde,
se realizó un conversatorio en el que se hicieron visibles las desapariciones
en democracia, los asesinatos perpetrados por agentes de las fuerzas de
seguridad pero gestados en elegantes oficinas y las condenas por portación de
rostro.
El vergonzoso juego de la Justicia:
la postergación y el desgaste.
“Otra
torpeza más, otro papelón de la justicia”, con estas palabras se refirió Rosa,
la mamá de David Moreno a la lamentable decisión de los camaristas
de la sala de audiencia Cámara 1ra del Crimen de postergar hasta mañana martes
18 de abril a las 9 hs el cuarto intermedio al que llamaron luego del pedido de
nulidad en el juicio, solicitada por la
defensa del acusado y autor material Hugo Canovas, al cual también adhirió el
abogado que representa a la provincia de Córdoba en la parte civil de la causa.
Frustración
y bronca brotaba de las gargantas de los familiares que participaron del Encuentro contra la impunidad realizado
en ocasión del inicio del juicio por el asesinato de David Moreno en Diciembre
de 2001. Dicho encuentro tuvo lugar en el en el salón del Sindicato Vial en
calle 27 de abril al 884 y contó con la presencia de familiares de víctimas de
la represión y la desidia del Estado que vinieron desde diferentes puntos del
país a acompañar a la familia de David Moreno y hacer eco del pedido de
justicia en el día del inicio del proceso judicial.
Memoria y lucha: Responsabilidades
políticas y autores materiales; Desaparecidos en democracia y La criminalización de la pobreza y de la
juventud fueron los tres ejes que recorrieron los testimonios que, a pesar
de las diferencias particulares, unificaron un solo criterio: que las calles
son el lugar por excelencia de la lucha contra la impunidad y que el
acompañamiento y la movilización colectiva son la mejor estrategia frente a un
orden injusto que esconde respuestas, diluye responsabilidades y garantiza
impunidad.
El Estado, la Justicia y la bronca
mayúscula.
“La
justicia es una construcción colectiva” afirmó Celeste Lepratti, hermana de
Pocho Lepratti, asesinado en Rosario en 2001, palabras que fueron respaldadas
Alberto Santillán cuando afirmó que “lo que ocurrió en Tribunales fue
vergonzoso, la justicia que conseguimos la hemos conseguido en las calles, ése
y no otro es nuestro lugar de lucha, de ahí no nos tenemos que correr”.
“Son
crímenes de lesa humanidad, porque son crímenes perpetrados por un Estado que
debería cuidarnos. Son crímenes que no deberían prescribir, porque los que tenemos
condena perpetua somos nosotros, nuestra pérdida es perpetua”. Así subrayaba
Alberto Santillán la importancia de no olvidar quiénes son los responsables
políticos de los asesinatos cometidos por empleados del Estado, remarcó que no
alcanza con la condena de quien jaló el gatillo si no se responsabiliza a
quienes, en última instancia, son los autores intelectuales de estos delitos.
Presentes en cada lucha.
Conmovedores
hasta el agotamiento, los relatos de los familiares también contienen una
potente energía que moviliza y enciende una mecha. “Soy la orgullosa mamá de
Luciano Arruga, un negro villero que se negó a robar para la policía” finalizó
Mónica Alegre, y el estallido de aplausos revivió los latidos de cada choro, villero,
piquetero, negro cabeza, de cada puño
insurrecto que se levanta frente a las botas, los votos y las miserias de un
sistema que no puede con una masa que no para de desbordársele y rebelársele.
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