“Escribir literatura puede ser intentar desautomatizar el uso de la lengua que hacen los medios masivos de comunicación”
Por Mariano Pacheco
En esta entrevista con La luna
con gatillo la autora de La virgen cabeza adelanta de qué se trata
su próxima novela, Las aventuras de la china Iron, de próxima aparición.
La virgen Cabeza, primera novela de
Gabriela Cabezón Cámara, fue publicada en 2009 por la editorial Eterna Cadencia
cuando la autora tenía 39 años. Desde entonces ha publicado, por la misma
editorial, Le viste la cara a dios (2012) y Romance de la Negra Rubia (2014).
Alguna vez Cabezón Cámara dijo que
más que un trabajo de campo (antropológico o periodístico) se había nutrido de
otros textos para componer el ambiente y los personajes de su primera novela y
citaba a Cristian Alarcón y a Pedro Lemebel. En otras oportunidades, se refirió
a La virgen cabeza
como una “opera cumbia”, a Le viste la cara a dios como un
libro escrito en octosílabos y a Romance
de la negra rubia como una suerte de romancero.
¿Qué lecturas has priorizado o
frecuentado durante estos últimos años?
En los últimos años vine leyendo
muchísima literatura gauchesca, y eso se terminó expresando en una novela que
terminé de escribir hace poco y que saldrá publicada en octubre.
Las aventuras de la china Iron es la historia de la china de Martín Fierro cuando se lo lleva la
leva y ella deja los chicos a una pareja de viejos y buenos que hay por ahí en
un caserío. La historia cuenta el devenir de la chica esa de 14 años que adopta
un perrito con el que se pone a jugar, no puede más de felicidad como nena que
es, y con ese perrito se sube al carruaje donde va una inglesa. ¿Viste que al
principio de Martín Fierro hay una inglesa que la leva no se la lleva? Bueno,
en mi novela la china, como es blanca, piensa que la inglesa es su pariente y
cuando la ve que se va le pide que la lleve con ella. Y Liz, la inglesa que
está sola, la deja subir con su cachorro y todo y juntas se van a buscar a su
marido, al inglés. Tienen que atravesar lo que se daba en llamar desierto (que
ya sabemos que no era desierto), y así la china va conociendo el mundo, pero lo
va conociendo a través de los productos manufacturados ingleses: la inglesa le ofrece
té y la china pregunta qué es, entonces la inglesa le explica que es una hierba
que viene de la India y ahí surge la pregunta qué es la India y así se va
conociendo todo ese mundo del té, la ropa, el whisky, las sábanas de seda. Así
empieza la novela que sigue con ese lanzarse al mundo que se sigue narrando.
Tenemos una larga historia
respecto de esto: desde las reescrituras de Jorge Luis Borges hasta El
guacho Martín Fierro, de Oscar Fariña, en literatura, pasando por la triste
realidad de Santiago Maldonado que permanece desaparecido, en este contexto
donde otra vez aparece la figura del desierto, los indios y el exterminio…
Sí, antes que nada hay que volver a
decir que lo que hay son personas que están siendo sometidas a un despojo y un
robo gigantesco. El libro fue escrito antes de todo esto que estamos viviendo
pero de algún modo también contesta a lo que nos pasa hoy.
¿Y qué pensás respecto de la
composición formal de tus textos?
A mí me pasa que, en general, le doy
mucha importancia a lo más material de la lengua, a cómo suena. Entonces al
escribir trato de sentir las palabras como si fueran una música, que vibren en
el cuerpo. Si lo siento, para mí está bien lo que está pasando. No me sucede muy
seguido, pero bueno, yo no hago andinismo ni algún deporte por el estilo así
que está bien. Y otra cosa que me gusta es que todos los registros de la lengua
que conozco se pongan en juego en el texto: sea lo que aprendí en la facultad,
lo que escucho en el colectivo si va con la radio encendida, lo que vi en la
tele (cuando veía tele), cómo me habla el pibe de la esquina que vive en la
calle y el cura (no hablo con curas pero si hablara también pondría como hablan
los curas). Me gusta que entren todos los registros con la misma jerarquía. Y
lo que decía antes: que vibre, que una palabra lleve a la otra. En el caso de La
virgen cabeza es el libro en donde todo esto que estoy diciendo se realiza
más plenamente. En Le viste la cara a Dios fue distinto porque como el
tema era dificilísimo y muy doloroso, tenía el problema de la pregunta: ¿cómo
lo cuento? Porque hay un prostíbulo, una mujer secuestrada y violada todo el
día contra su voluntad, es decir, torturada salvajemente. ¿Quién lo cuenta
entonces? La primera persona, difícil. Porque una persona que está siendo
torturada difícilmente pueda elaborar un discurso articulado. Una tercera
persona ¿quién sería? Un pajero, sino qué haría ahí viendo todo. Entonces con
ese texto en particular recién lo pude hacer funcionar cuando encontré una
segunda persona. Es decir, la chica que está secuestrada y está siendo
torturada, alienada. Pero alienada como estrategia de supervivencia. Y a la vez,
como el texto era muy duro, le puse una base octosilábica que le daba un ritmo,
como una musiquita que hacía que pudiera escribirlo. Y una cosa como de
oración, de plegaria. Eso era lo que quería lograr: encontrar una voz en donde
una persona se hablara a sí misma como si estuviera recitándose una plegaria de
supervivencia. Hablar para sobrevivir. Y a la vez a vos, como lector, te
interpela directamente, como si eso te estuviera pasando a vos. Y en El
romance… traté de jugar con lo mismo del lenguaje y también, rabiosamente,
con la política argentina e incuso con la política del arte. Y esta última te
diría que es de un lirismo más pausado. Y también es profundamente política. Me
meto de lleno y a lo bestia en esta barbaridad que están haciendo de fabricar
un terrorista como enemigo cuando encuentran una hoz, unas palas y no se qué
otras herramientas más. Lo curioso es que la escribí antes de que estallara
todo esto, pero bueno, es un conflicto de larga data así que no es tan curioso
si se lo piensa un poco. Y en lo formal, esta última novela tiene un lirismo
menos rabioso que las otras, sin por eso perder nada de su rabia y de intentar
pensar también la política contemporánea.
***
Mucho más cruda y más realista que La
villa de César Aira, La Virgen Cabeza
es una novela que zafa de las tentaciones tanto populistas como
miserabilistas con que las ciencias sociales en su versión progresista y el
periodismo bien pensante han dado cuenta, por lo general, del fenómeno de los
barrios pobres de las grandes urbes de este país, sobre todo de Buenos Aires.
En ese texto está todo lo que uno puede encontrarse caminando las calles de la
urbe conurbanera pero que suele estar fuera de la república de la letras: la
religiosidad popular, la diversidad sexual, la droga y el choreo, las cámaras,
muros y agentes de seguridad, las ONG’s con gringos que vienen a ver a los
nativos, el periodismo empresarial, las putas y los punteros, la violencia y la
solidaridad, el rebusque, el peronismo y lo que el peronismo de postdictadura
no puede captar. Desde esa lectura le planteamos a la autora que nos convide
alguna reflexión sobre el vínculo entre arte y política, o entre literatura y
sociedad.
¿Cuál te parece que puede ser la
contribución de la literatura para, desde el propio registro de la ficción,
contribuir a que la sociedad piense o preste atención a determinados temas
presentes en la política y la cultura contemporánea?
Es la pregunta del millón, la de
ustedes allá, la de nosotros acá. En primer lugar diría que escribir literatura
puede ser intentar desautomatizar el uso de la lengua que hacen los medios
masivos de comunicación, que agarran una palabra y le dan un sólo significado.
Y nosotros podemos estar ahí para señalar la polisemia y todas las asociaciones
que se pueden hacer, y toda la libertad que hay en eso. Parece una pavada, pero
es así: haciendo que las palabras signifiquen una sola cosa; que las oraciones
tengan una determinada extensión y no otra; que la gramática sea la escolar y
nada más, termina pasando que somos hablados por ellos, nos roban la lengua,
como si nos colonizaran la cabeza. En principio te diría que estamos peleando
contra eso. Después, en lo más claramente referido a los contenidos también.
Pero te diría que más importante que los contenidos es esto otro. Y lo
importante es eso, que se vea ¿Cómo se lee en un país en donde la mitad de su
población gana menos de $15.000 y mantener a veces incluso en familias de tres
o cuatro integrantes? La verdad que es difícil comprarse un libro de
trescientos o quinientos pesos. Hay que poder pensar maneras de que la literatura
llegue más allá del poder adquisitivo de la gente.
*LA LUNA CON GATILLO: Una crítica política de la cultura
Jueves de 19 a 20.30 horas en vivo por Radio Eterogenia (www.eterogenia.com.ar), la radio del Centro Cultural España Córdoba.
Fanzine digital de actualización diaria: https://lepondregatilloalaluna.blogspot.com.ar.
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